Varios expertos afirman que una educación emocional sólida proporciona a los niños las herramientas necesarias para un correcto desarrollo en la vida. Este tipo de educación incluye capacitarlos para enfrentar obstáculos con resiliencia, establecer relaciones saludables y tomar decisiones informadas.
En el Día Internacional del Niño, conversamos con la Mtr. Verónica Maldonado, docente de la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Ella analiza la importancia de educar niños emocionalmente fuertes desde una temprana edad.
Además, resalta cómo estas habilidades emocionales promueven la resiliencia en los niños, permitiéndoles superar desafíos y adaptarse a situaciones adversas con mayor facilidad.
La frase: “Educa niños emocionalmente fuertes” cobra impulso en la actualidad. ¿Qué significa ser emocionalmente fuerte para un niño y cómo se manifiesta en su vida cotidiana?
Ser emocionalmente fuerte significa afrontar los problemas de una forma asertiva, hacer frente a los desafíos. Los niños emocionalmente fuertes reconocen y aprenden de sus errores. Asimismo, son independientes, capaces de identificar y comunicar sus emociones
En la cotidianidad, suelen mostrarse como líderes asertivos en sus grupos escolares o con sus amigos externos a las instituciones educativas a las que asisten. Por ejemplo, en un partido de fútbol, si el resultado es adverso, un niño emocionalmente fuerte asume la derrota. También, es capaz de reconocer el sentimiento de fracaso o frustración.
Por lo tanto, que un niño sepa reconocer y expresar sus emociones positivas o negativas significará una fortaleza emocional.
¿Cuáles son los factores clave para promover la inteligencia emocional en los niños y desde qué edad se debería trabajar en ello?
Los factores claves para promover la inteligencia emocional son:
- Autoconocimiento emocional, es decir, que el niño sea consciente de lo que siente y la conducta que se deriva de eso.
- Autocontrol emocional: comprende la gestión de las emociones y su expresión.
- Automotivación: la capacidad de impulsarse por sobre las dificultades.
- Reconocimiento de las emociones en los demás, a esto podemos llamar empatía.
- Habilidades sociales en las que se comprenden destrezas y la acertada interacción con los demás.
La inteligencia emocional se debe trabajar desde edades tempranas. Es perfectamente posible trabajar con bebés este ámbito. Claro está, mientras más temprano será mejor. Lo esencial es adaptar las actividades a la edad de desarrollo de cada niño.
¿Qué actividades pueden hacer los padres para fomentar la fortaleza emocional en los niños?
Es importante animarlos a practicar un deporte, esto fortalecerá su aspecto físico y emocional. También, los padres pueden ayudarlos a ser independientes, siempre propiciando un nivel alto de autonomía.
En ocasiones los padres brindan un apoyo excesivo. Como resultado, los niños se enfrentan a una sobreprotección que causa altos niveles de dependencia. Esto no favorece el desarrollo de los niños.
Otro punto relevante es la comunicación. Los cuidadores pueden invitar a los niños a comunicar con libertad sus sentimientos y pensamientos. Recomiendo crear espacios de diálogos donde cada miembro de la familia exprese lo que piensa y siente. Esto sin temor a ser juzgados por el otro.
Asimismo, se pueden generar rutinas diarias que promuevan el sentido de la planificación. Esto ayudará a que los niños creen hábitos que les permitirán desempeñarse en varios contextos.
Además, los padres pueden ayudar a sus hijos a reconocer sus errores y aprender de ellos, sentir frustración no está mal. Los padres deben motivar a identificar todo tipo de emociones. Sobre todo, las negativas que son las más difíciles de aceptar en nosotros mismos y en los otros.
Finalmente, considero indispensable que los niños aprendan a reconocer las emociones de los demás. Fortalecer la empatía es clave en el desarrollo humano.
¿Qué beneficios a largo plazo se pueden esperar cuando los niños desarrollan fortaleza emocional desde una edad temprana?
Los niños emocionalmente fuertes se convertirán en adultos emocionalmente sanos. Es decir, serán capaces de resolver sus problemas de forma asertiva. Se mostrarán empáticos con los demás, aceptando sus emociones, sus debilidades y sus fortalezas. Estos niños serán adultos que se valoren a sí mismos y a los demás. De igual forma, no dependerán de la opinión de los otros.
Otro rasgo de un adulto emocionalmente sano o fuerte es la capacidad de afrontar el rechazo y los miedos y gestionarlos adecuadamente. De forma similar, este adulto no le teme al cambio y no se deja influenciar negativamente.
Estos rasgos dan cuenta de adultos que, durante su desarrollo infantil, recibió estímulos y cuidados de su inteligencia emocional.
¿Cuál es su consejo principal para los padres y educadores que desean fomentar la fortaleza emocional en los niños?
Que se muestren a sus hijos de forma auténtica. Que les permitan ver sus propias emociones. Si un día un padre o una madre tiene necesidad de llorar frente a sus niños, lo haga sin temor a evidenciar el dolor o la vulnerabilidad.
Dedicar tiempo de calidad es clave. Además, es importante crear un ambiente de confianza en el hogar, con reglas claras que permitan a cada miembro cumplir sus roles.
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