¡Grita por ellos, alza tu voz! ¡Los animales sufren, ellos nos necesitan! El 22 de febrero de 2025, cientos de personas de diversas ciudades de Ecuador se reunieron en una marcha para exigir el respeto y la protección de los derechos de los animales. Durante las manifestaciones, la ciudadanía expresó su rechazo a la Ley Orgánica para la Protección y Defensa de los Derechos de los Animales (LOPDA). Surge entonces la pregunta: ¿por qué genera tanta polémica esta ley? ¿Archivar el proyecto es la solución? ¿Qué es lo que realmente necesitan nuestros animales?

En Conexión PUCE dialogamos con la abogada Camila Cedeño, coordinadora general de los Consultorios Jurídicos Gratuitos de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) quien amplió el panorama sobre este proyecto de ley.

La historia de esta ley comenzó con el caso de la mona Estrellita. Una mona que había vivido en una familia ambateña por 18 años. Las autoridades ambientales acudieron a su rescate en 2019. En su informe señalaron que Estrellita estaba baja de peso, con desnutrición, despigmentación del pelaje, descamación de la piel y desgaste de los dientes.

“A partir de un caso emblemático –el de “la mona Estrellita”– la Corte Constitucional del Ecuador impulsó el reconocimiento de los animales como sujetos de derechos. Este fallo marcó un antes y un después, y abrió la puerta para crear una normativa única que reúna todos los aspectos relacionados con el bienestar animal”, explicó Camila.

La ley ha pasado por numerosas etapas y cambios en su redacción. En sus inicios se conoció con nombres como “LOA”, “LODA” o “LOBA”, hasta llegar a la propuesta actual. Este proceso refleja no solo el esfuerzo por responder a una obligación judicial, sino también la búsqueda de una regulación que integre diversas áreas: manejo, producción y protección ambiental.

“La idea de consolidar todas las normas en un solo cuerpo legal surge para evitar la dispersión y las contradicciones entre diferentes textos normativos. Si bien la intención de centralizar en una sola ley la regulación de la protección animal tiene ventajas, también presenta problemas en su aplicación. Uno de ellos es definir con claridad qué organismo estatal –ya sea el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica o incluso los gobiernos locales– se encargará de velar por el cumplimiento de la ley. Eso aún no está claro en la LOPDA”, enfatizó Camila.

Otro punto crucial es la clasificación de los animales según su uso y función. La normativa reconoce a los animales como seres sintientes, lo que implica garantizarles derechos básicos: vida, salud, descanso y el respeto a sus ciclos naturales. Sin embargo, dividirlos en categorías claras resulta complicado.

Resulta difícil y poco comprensible en la ley establecer la diferencia entre un animal de compañía, un animal silvestre y uno criado específicamente para experimentación. La línea que separa estos casos es muy delgada y puede dar lugar a interpretaciones que permitan abusos. Además, la ley también aborda animales destinados al trabajo y al consumo, exigiendo evitar la sobreexplotación, pero sin establecer criterios objetivos que faciliten la evaluación de cada situación”, agregó Camila.

La propuesta también ha generado debates en torno a las prácticas culturales. Actividades como las peleas de gallos o las corridas de toros se incluyen en discusiones porque, aunque forman parte de la tradición, entran en conflicto con el objetivo de proteger a los animales. “Según la LOPDA se permitiría la realización de estos eventos que causan confusión ya que estos actos atentan contra el bienestar animal. Lo que llama la atención es que se da apertura en cantones donde estos actos fueron prohibidos por la consulta popular en 2011”, dijo Camila.

En cuanto a las sanciones, si bien se ha avanzado en establecer multas diferenciadas según la gravedad del maltrato, aún existen vacíos en la regulación. La falta de precisión sobre quién debe recibir las denuncias y cómo se debe calificar la intensidad de la infracción sigue siendo uno de los desafíos más importantes.

Camila es enfática en que los animales necesitan ser reconocidos como seres sintientes, lo que implica garantizar su bienestar integral. Una ley adecuada debería establecer derechos claros para ellos, incluir mecanismos efectivos para prevenir y sancionar el maltrato. Además, asignar responsabilidades precisas a las autoridades competentes.

“Se debe fomentar la educación y la concientización sobre el respeto hacia los animales. Incentivar prácticas éticas y sostenibles en su manejo. También, asegurar que reciban la atención necesaria tanto en entornos domésticos como en su hábitat natural”, comentó Camila.

A pesar de las dificultades, el reconocimiento de los animales como seres sintientes y titulares de derechos es un logro significativo. Ecuador se posiciona como uno de los primeros países en Latinoamérica en impulsar una ley de protección animal con un enfoque de derechos.

La experta asegura que no todo es malo. Para ella este es un avance significativo en la evolución del marco legal del país.

“La ley de protección animal en Ecuador es, en definitiva, un primer paso crucial hacia una sociedad más justa y respetuosa con todas las formas de vida. Si bien aún quedan muchos aspectos por definir y mejorar, este esfuerzo legislativo marca un camino de esperanza en el que el bienestar animal se sitúa en el centro de las políticas públicas”, finalizó Camila.

La LOPDA marca un paso importante, pero su éxito dependerá de subsanar los vacíos normativos, contar con una firme voluntad política y lograr el compromiso activo de la sociedad para hacer efectiva su implementación.

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