Y tú, ¿te uniste a la moda en redes sociales de convertir tu imagen en un personaje del estudio Ghibli o en una polaroid junto a tu artista favorita? Estas tendencias realizadas con inteligencia artificial (IA) combinan la fascinación por la tecnología con una implícita cesión de derechos. Pero, más allá del entretenimiento, ¿cuáles son las implicaciones éticas y sociales de subirse a las olas?
Hablamos con tres expertos para reflexionar sobre el tema. Ellos estarán en la Semana Mundial de la Alfabetización Mediática e Informacional (MILWeek): Jorge Cruz, docente investigador de Observatorio de Comunicación (OdeCom), Ana Lucía Zapata, fotógrafa escénica, y Gerardo León Barrios, docente investigador de la Universidad Autónoma de Baja California, en Tijuana (México). El MILWeek se desarrollará del 24 al 30 de octubre y es organizada por el OdeCom de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) junto a UNESCO. Este año, el lema será Piensa ante la IA – AMI en el mundo digital, con un enfoque especial en el poder de la imagen.
Tendencias virales e IA
Para Jorge, este tipo de prácticas responde a una necesidad humana de pertenecer. “Subirse a la ola es parte de nuestra naturaleza social. No siempre consumimos contenido por conocimiento o diversión, sino para tener de qué hablar”.
Las tendencias funcionan como rituales digitales de pertenencia, impulsadas por el miedo a quedarse fuera. Al sumarnos participamos de una conversación colectiva, pero también entregamos nuestros datos.
Mas allá de la privacidad, esta información es utilizada para el entrenamiento de los sistemas de IA. Es decir, que luego regresan a nosotros e incidir en nuestras decisiones desde cuestiones comerciales hasta políticas y sociales.
“Has entregado tus rasgos, tus gustos, tus fotos, y eso puede utilizarse para generar empatía o consumo a partir de ti mismo”, dice Jorge. Gerardo, en cambio lo explica, en estos términos. El uso de las IA provoca curiosidad y, al mismo tiempo, se usan como fuentes de desinformación, lo cual puede derivar en manipulación. “Lo vimos en campañas políticas como la de Obama o Peña Nieto, donde los datos emocionales de los usuarios se tradujeron en estrategias de persuasión. Hoy, con la IA generativa, eso se perfecciona”.

Pensamiento crítico y ética son las claves
En Ecuador, la legislación sobre inteligencia artificial aún no está consolidada. Las herramientas digitales operan bajo marcos generales de protección de datos, lo que deja muchos vacíos en torno al uso y propiedad de las imágenes generadas. Sin embargo, más allá de la normativa vigente, existen parámetros éticos que pueden ayudarnos tanto en la generación de contenidos como en su consumo.
La fotógrafa Ana Lucía lleva años trabajando en la documentación visual de las artes escénicas. Ella señala la importancia del consentimiento antes del uso de cualquier plataforma digital. “Cada vez que subimos una imagen a una aplicación, estamos otorgando permisos. Por eso es esencial leer los términos y condiciones y pedir autorización antes de usar la imagen de otra persona”.
En la Fundación Teatro Nacional Sucre, Ana Lucía utiliza la IA para restaurar archivos o mejorar la calidad de fotografías históricas, sin alterar su sentido original. “La fotografía es un documento histórico. Puedes manipularla, sí, pero siempre con respeto por su origen. Lo peligroso es cuando la IA convierte la memoria en un objeto editable. No todo puede ni debe ser recreado”.
Por ello, su reflexión se amplía hacia el rol de los creadores: los fotógrafos, artistas y comunicadores tienen la responsabilidad de informar al público cuando una imagen ha sido generada o modificada con IA. “Hay que decirle al usuario qué está viendo. La transparencia también es una forma de respeto”, sostiene.
En este sentido, el investigador mexicano recuerda que el desconcierto frente a nuevos medios no es reciente. “Cuando Orson Welles dramatizó una invasión extraterrestre en la radio, la gente entró en pánico porque no sabía distinguir la ficción de la realidad. Hoy, con la inteligencia artificial, pasa algo similar”, explica Gerardo.
Alfabetización en tiempos de IA
Estas reflexiones cobran especial relevancia durante la MIL Week. Este año centra su atención en la IA l y la creación de imágenes. Se desarrollará del 21 al 24 de octubre en la PUCE.
Los expertos coinciden en que el desafío no está en evitar la tecnología, sino en comprenderla. Ellos subrayan que la alfabetización mediática e informacional debe enseñar pensamiento crítico. Esto de forma especial en contextos donde la desinformación y los deepfakes se multiplican.

El avance de la inteligencia artificial exige repensar límites y fortalecer principios éticos no solo en la generación de contenidos, sino también en su consumo. En este sentido, el reto está en construir un nuevo pacto visual basado en la ética, la transparencia y la educación digital.
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