Cerca de las Fiestas de Quito, una bebida emblemática emerge con fuerza, como símbolo de la tradición y el espíritu festivo capitalino: el canelazoSu historia se remonta a los inicios de la ciudad, cuando se consumía una bebida llamada agua dulce en las festividades. Esta mezcla de agua azucarada y canela se transformó con la llegada de los destilados, como el aguardiente, uniéndose a las costumbres quiteñas.

«Durante los años 60 y 70, al declararse Quito como Patrimonio Cultural de la Humanidad, el canelazo se oficializó como bebida típica de la ciudad. Esto junto con otros íconos culinarios, como el locro y el hornado», explica Galo Sánchez, docente de la tecnología superior en Gestión Culinaria de PUCE TEC. Desde entonces, esta bebida caliente, infusionada con canela y endulzada con azúcar, se asoció a las noches frías y al fervor de las fiestas. Se convirtió así en un abrazo cálido que abriga tanto el cuerpo como el alma.

Preparar esta bebida quiteña es muy fácil. El chef Galo Sánchez comparte una receta sencilla para preparar un canelazo tradicional en casa:

  • 1,5 litros de agua.
  • 170 gramos de azúcar (aproximadamente media taza).
  • 5 ramas de canela.
  • 170 ml de aguardiente, que puede ser currincho, caña manabita o puntas.
  • Opcional: especias como pimienta dulce o anís estrellado.

Para prepararlo, se hierve el agua con el azúcar y las especias hasta lograr una infusión aromática. Luego, se incorpora el aguardiente justo antes de servir. Se puede sustituir el alcohol por un fermento de naranjilla para disfrutar de una versión sin alcohol. Esta opción es ideal para quienes buscan opciones más suaves.

Según Galo, una confusión común es considerar que el canelazo lleva naranjilla. En realidad, esta variante tiene un nombre propio: naranjillazo. Se ha popularizado tanto que muchos los confunden. Sin embargo, para el naranjillazo, se debe aumentar unas tres naranjillas por cada litro y medio de agua a la receta del canelazo.

El canelazo no solo es una bebida, es un ritual cultural que forma parte del ADN de las Fiestas de Quito. Asociado a reuniones festivas, el canelazo acompaña la alegría colectiva y se fusiona con otros elementos de la tradición quiteña. Por ejemplo, las empanadas de viento, los pristiños o las empanadas de morocho.

«Su consumo está tan arraigado que, al mencionar las Fiestas de Quito, el cerebro inmediatamente evoca su cálido sabor», agregó Galo.

Más allá de su popularidad, el canelazo tiene el propósito de unir a las personas. Como recalca Galo, «no es una bebida para embriagarse, sino para compartir», es un símbolo de conexión y de historias compartidas.  El canelazo, desde sus orígenes, ha sido parte del legado cultural de Quito.

En estas fiestas de Quito, el canelazo se alza como el acompañante perfecto para celebrar la riqueza cultural y el espíritu festivo de la ciudad. Una tradición que, al igual que la ciudad misma, es antaña y siempre acogedora.

El cafecito: más que una bebida, una tradición cultural

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