Con solo 18 años, Ariana Lara viajó a Portugal para presentar, ante una sala repleta de investigadores y académicos, un experimento que nació en su colegio. Ella ahora es estudiante de Ciencia Biomédicas en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), y aquí nos cuenta su aventura en un congreso internacional de alto nivel.
A Ariana le gusta bailar, componer canciones, escribir. Su interés por el cuerpo y su funcionamiento empezó cuando era niña, con el deseo de estudiar Medicina. Sin embargo, el tiempo le mostró otro camino. “Me di cuenta de que lo que más me gustaba era investigar sobre el cuerpo humano y no tanto la Medicina”.
Ese descubrimiento la llevó a la biomedicina. Fue durante el colegio, gracias a una profesora graduada en la PUCE. “Vimos la malla, vimos qué carreras nomás había y ahí es donde encontramos la Biomedicina. Entonces no lo pensé dos veces”.
El comienzo del viaje de Ariana
Durante el colegio, quiso hacer un experimento con plantas, pero no funcionó. Entonces apareció el kéfir. Le hablaron de cómo podía fermentar la leche, pero nadie explicaba qué ocurría con los azúcares. “Eso fue lo que a mí me despertó la curiosidad”.
Diseñó un experimento con tres tipos de leche (entera, deslactosada, descremada), para ver sus componentes. “El propósito fue poder ver los azúcares que tiene la leche. El experimento nos permitió determinar qué marcas sí nos dicen la verdad respecto a la concentración de azúcares, y cuáles podemos consumir”.
La metodología fue rigurosa, usó reactivos químicos como el Fehling, aplicó matemáticas y estadística para interpretar los resultados y aprendió a escribir en lenguaje científico. Su profesora le solicitó que escribiera el trabajo como un artículo de revista.
Ariana escribió y cuando su padre leyó el trabajo se sorprendió. “Me dijo: este artículo está increíble. ¿Por qué no lo mandamos a un congreso?”. Ariana pensó que era improbable. Aun así, lo escribió en inglés, lo revisaron juntos, y lo enviaron. Unos meses después, llegó la respuesta: su ponencia había sido aceptada en el Congreso CISTI 2025, en Lisboa.

Ariana en Lisboa
La PUCE apoyó con fondos para su viaje. Ariana viajó sola por primera vez. En el Congreso CISTI, compartió espacio con profesionales, docentes y estudiantes de doctorado. El rumor se esparció rápido: había una estudiante de segundo semestre a punto de dar una charla. “El aula estaba completamente llena. Todos querían ver quién es esa persona de 18 años”.
Ariana habló de su experimento, explicó su metodología, sus hallazgos, sus planes a futuro. Este consiste en pasar de azúcares reductores a cómo se podría adaptar a azúcares naturales.
“Me preguntaban si estaba haciendo la maestría o el doctorado. Les decía: no, estoy en segundo semestre”. La sorpresa fue general, pero no hubo condescendencia. Hubo respeto. “Me dijeron que en sí la charla estaba muy bien planteada y que el trabajo a futuro está muy bien planteado”.
Redes internacionales
En el Congreso, Ariana hizo redes con investigadores de toda América Latina, de Europa y África. “Eso fue lo que yo me di cuenta, que todo surge de la duda para poder hacer un artículo”. Tiene nuevos proyectos en mente y está convencida de que la edad no es una barrera.
Descubrió que el conocimiento no tiene fronteras, y que la colaboración entre disciplinas es más que posible: es necesaria. Ariana quiere seguir escribiendo, investigando, viajando. Pero también quiere inspirar a otras personas de su generación. A su corta edad, Ariana está dejando huella en el mundo de la ciencia, demostrando que la pasión y la duda pueden ser motor de la generación de conocimiento.
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