Durante casi una década, la artista visual Pamela Suasti ha sostenido su práctica desde la independencia. A partir de un impulso instintivo y lúdico, experimenta con el tejido, el papel maché y la creación colaborativa. Gracias a ese quehacer constante, llegó a la Bienal de Cuenca y obtuvo el Premio París 2025, un reconocimiento que la llevará a una residencia artística en Francia.

“Han sido muchos años de trabajo, de insistir y no dejar de hacer desde la convicción”, dice Pamela. Ella es artista visual por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) y se especializó en Prácticas Artísticas Textiles Contemporáneas en la Universidad Nacional de Artes de Buenos Aires.
De hecho, encontró en el textil un lenguaje que la acompañó desde sus primeros años de creación. Para ella, esta técnica y experimentación le facilitan una conexión espiritual, una forma de repetición y transformación que le permite hablar desde la honestidad.
Archivo de un gesto, en la Bienal de Cuenca
Pamela presentó su trabajo a la convocatoria abierta que la Bienal de Cuencia realiza, dirigida a artistas ecuatorianos. Este año hubo 17 curadores que permitieron un diálogo amplio entre propuestas, técnicas y lenguajes.
Su propuesta fue seleccionada por el curador Ezequiel Taveras entre decenas de postulaciones. “Trabajar con curaduría internacional y compartir con tantos lenguajes distintos fue un desafío. Sentía que debía estar a la altura de una institución que se ha sostenido durante cuarenta años”, cuenta.
Ella postuló con la obra Archivo de un gesto. Este ejercicio exploró la relación entre el cuerpo, la huella y la colectividad y demandó cerca de 10 meses de intenso trabajo y colaboración.
¿Qué propone Archivo de un gesto?
El proyecto surgió de una práctica colaborativa que combina papel maché y tejido, materiales que ha trabajado en los últimos años. El material de las piezas está cargado de significado, al provenir del papel de descarte en oficinas y lugares públicos. Es decir, cada fragmento conserva una historia burocrática, un rastro de lo que alguna vez fue documento. “La curaduría proponía reflexionar sobre los juegos de poder. Trabajar con ese papel le dio al proyecto una carga simbólica, como si esas estructuras se comprimieran en un gesto común”, cuenta Pamela.
Para lograrlo, la artista invitó a muchas personas a participar en este proyecto. En museos, talleres y espacios culturales, decenas de personas moldearon con sus manos pequeñas piezas de papel maché. Las piezas que se tejen minuciosamente entre sí provienen del gesto de cerrar la mano como un puño. Señala que sus amigos y familiares también participaron y que sentir su apoyo fue fundamental en el proceso de creación.
Así, la instalación, de cinco metros por cinco, se convirtió en un archivo humano construido desde múltiples manos. La recepción del público superó sus expectativas. “Fue la primera vez que trabajé en esa magnitud. La gente se sorprendía al ver el detalle y la escala. Muchos me decían que no entendían cómo lo había hecho”, recuerda.
Pamela Suasti viajará a Francia
El Premio París se ha entregado por más de 70 años en el país. Este emblemático reconocimiento busca fortalecer los lazos binacionales entre Francia y Ecuador.
Este año, la Bienal de Cuenca otorgó el Premio París a Pamela como reconocimiento su trayectoria y la proyección internacional de su obra. Con él, la artista realizará una residencia artística en Francia, donde continuará su investigación. “Quiero seguir trabajando con el papel maché, pero también con grabado. Me interesa registrar la impronta de la mano, pensarla como archivo, como rastro de lo humano”.


Para la artista, este reconocimiento es el resultado de un arduo trabajo que se ha tejido con pasos pequeñitos y constantes. De hecho, confiesa que Archivo de un gesto es parte de una exploración que empezó hace años con la curiosidad de aprender a tejer. “Nunca nadie me enseñó a tejer en la universidad, no era un medio tradicional. Pero en el momento en que lo encontré, sentí que era mi lenguaje”, dice.
Pamela Suasti convierte el gesto más simple de cerrar el puño en una impronta política y simbólica. Un recordatorio de que toda obra es también un acto de resistencia y de fe en lo común. Para ella el arte no se trata solo de técnica sino de convicción. “El arte me eligió, y ha sido lo que me ha sostenido todos estos años”, resume.
